Mis pies, en un ladrillo…
quietos, inmóviles.
Intentando no salir de mi espacio,
sin apenas moverme,
imperceptible al entorno.
No salgo del lugar conseguido,
el mínimo susurro…
apenas el simple respirar.
No quiero despertar al ogro dormido,
ese que gusta de mi llanto,
que apetece de mis penas,
hurgando en lo profundo de mi herida.
Aislada en mí ladrillo,
donde construí mi mundo,
pequeño y cerrado,
pero es mi mundo.
Donde me siento a salvo,
de la inexplicable locura,
de un mundo
hostil y moribundo.
Reme Gras.
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