Vuelvo al seno del
mar,
útero que me contiene
encerrada en mi
concha
desnuda de cuerpo y
alma.
De espaldas a todo,
a ese mundo que hiere
y destruye,
cierro puertas y
ventanas,
corro cortinas, y
precinto rejas.
En mi mundo licuado,
lleno de mareas
suaves,
recobro el pulso de
mi yo interior.
Y lloro sin lágrimas,
al abrigo de mi
concha de nácar,
renaciendo en mi
matriz de aguas saladas.
Reme Gras.
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